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El poder silencioso de hacer menos, pero mejor
Cómo la resta estratégica genera resultados extraordinarios
Solía pensar que el éxito consistía en hacer más.
Más proyectos. Más contenido. Más horas. Más contactos. Simplemente… más.
Durante años, esta creencia me llevó a llenar cada momento con actividades. Mi calendario estaba saturado. Mi lista de pendientes nunca terminaba. Medía mi valor por lo ocupado que estaba.
Y aunque avanzaba, algo no encajaba. A pesar de todo mi esfuerzo, mis objetivos más importantes avanzaban frustrantemente poco.
Entonces, en una semana especialmente agobiante, encontré una frase que me dejó paralizado:
«El éxito consiste en restar, no en sumar».
Esta sencilla idea desafió todo lo que creía saber sobre lograr objetivos. Y al ponerla en práctica, no solo transformó mis resultados, sino toda mi manera de vivir y trabajar.
La costosa ilusión de hacer más
Nuestra cultura celebra estar ocupado. Admiramos a la persona que trabaja semanas de 80 horas, maneja múltiples proyectos paralelos o que está constantemente «en la lucha».
Pero esto es lo que descubrí: más allá de cierto punto, hacer más en realidad te da menos.
Menos impacto. Menos alegría. Menos significado. Menos progreso real hacia lo que importa.
¿Por qué? Porque cuando todo es prioridad, nada realmente lo es. El cerebro humano no está diseñado para cambiar constantemente de tareas y dividir la atención. Estudios de la Universidad de Stanford demuestran que la multitarea reduce la productividad hasta en un 40 % y disminuye temporalmente el coeficiente intelectual hasta en 10 puntos.
Cuanto más investigaba, más claro me quedaba algo: Las personas más exitosas en cualquier área no hacen más que el resto. Hacen menos cosas, pero con extraordinario enfoque y calidad.
El arte de la resta estratégica
Pasé el último año experimentando con la idea de «hacer menos, pero mejor». Estas son las tres estrategias que generaron las mejoras más impactantes:
1- El principio 90/10
Muchos conocemos la regla 80/20 (Principio de Pareto), que afirma que aproximadamente el 80 % de los resultados provienen del 20 % de las causas. Pero descubrí algo todavía más potente: el principio 90/10.
En casi cualquier trabajo creativo o intelectual, alrededor del 90 % del valor proviene de solo el 10 % de las actividades.
La aplicación práctica es simple pero profunda: identifica el 10 % de tu trabajo que genera el 90 % del valor, y luego elimina, delega o minimiza sin piedad todo lo demás.
En Elevenstoic me di cuenta de que solo el 10 % de nuestros tipos de contenido generaba el 90 % del crecimiento e impacto. Al enfocarnos únicamente en esos formatos y eliminar el resto, crecimos más rápido creando menos contenido.
Acción práctica: Haz una lista de todos tus proyectos, compromisos y actividades regulares. Pregúntate: «Si pudiera conservar solo el 10 % de esto, ¿cuál generaría el 90 % del valor?» Sé brutalmente honesto, luego planifica cómo eliminar o reducir todo lo demás.
2- El poder de las restricciones creativas
Cuando tenemos opciones ilimitadas, solemos crear resultados mediocres. Pero al imponernos restricciones estratégicas, forzamos la creatividad y la excelencia.
Algunos ejemplos:
Limité mi creación de contenido a solo dos formatos.
Reduje mis horas de trabajo diarias de 10 a 6.
Me limité a leer un solo libro a la vez.
Reduje mi rutina de ejercicios de 6 ejercicios a 3.
Los resultados fueron contraintuitivos, pero innegables. Menos variedad produjo mayor dominio. Menos horas generaron trabajo de mayor calidad. Menos opciones estimularon más creatividad.
Acción práctica: Elige un área de tu vida o trabajo y aplícale una restricción significativa durante los próximos 14 días. Reduce tus herramientas, opciones, tiempo o recursos en un 50 %, luego observa cómo afecta tu creatividad y calidad.
3- El arquetipo de la profundidad
Nuestra cultura admira a quienes parecen capaces de hacer todo. Pero las personas más influyentes de la historia han sido arquetipos de profundidad, individuos que se enfocaron intensamente en pocas áreas.
Piensa en Steve Jobs y su obsesión con la simplicidad y el diseño. En Martin Luther King Jr. y su enfoque único en la igualdad mediante la no violencia. O en Marie Curie y su dedicación absoluta a la investigación científica.
Estas personas no fueron individuos renacentistas destacando en docenas de campos. Fueron arquetipos de profundidad que escogieron pocas áreas y las dominaron completamente.
Acción práctica: Pregúntate: «¿Cuáles son las 1 o 2 áreas donde puedo generar un valor extraordinario mediante la profundidad, en lugar de la amplitud?» Luego crea un plan deliberado para profundizar tu experiencia e impacto en esas áreas específicas.
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Las tres preguntas que lo cambiaron todo
Implementar la filosofía de «menos, pero mejor» requiere atención constante. Tres preguntas me han ayudado a mantenerme en camino cuando siento la tentación de hacer más:
«¿Cómo sería esto si fuera fácil?» Esta pregunta, tomada de Tim Ferriss, corta la tendencia a complicarlo todo. A menudo, la estrategia más efectiva también es la más sencilla.
«¿Esto es esencial?» No «¿Esto es útil?» ni «¿Esto es interesante?», sino «¿Esto es esencial?» Si algo no supera la exigente prueba de lo esencial, es candidato a ser eliminado.
«¿Esta actividad generará retornos compuestos?» Algunas acciones generan valor una sola vez. Otras generan un valor que se acumula con el tiempo. Prioriza rigurosamente las segundas.
Los beneficios inesperados
El beneficio más sorprendente de hacer menos, pero mejor, no ha sido únicamente el aumento de productividad (aunque sí ocurrió). Ha sido recuperar algo que ni siquiera me había dado cuenta de que había perdido: profundidad en la experiencia.
Cuando constantemente saltas de una actividad a otra, experimentas todo superficialmente. Nada recibe tu presencia completa. Nada penetra en profundidad.
Pero cuando te comprometes con menos cosas, brindándoles toda tu atención, la vida recupera su riqueza. El trabajo se vuelve más satisfactorio. Las relaciones se profundizan. Las ideas tienen espacio para desarrollarse plenamente.
En nuestra cultura obsesionada con hacer más, la capacidad de hacer menos –pero con extraordinaria calidad y presencia– no es solo una estrategia de productividad. Es un silencioso superpoder.
CONCLUSIONES CLAVE
El éxito llega mediante la resta estratégica, no sumando sin fin.
El principio 90/10: identifica el 10 % de las actividades que generan el 90 % del valor.
Las restricciones creativas impulsan la innovación y la excelencia.
Conviértete en un arquetipo de profundidad en lugar de intentar destacar en todo.
Pregúntate: «¿Cómo sería esto si fuera fácil?», «¿Es esto esencial?», «¿Esto generará retornos compuestos?».
Hacer menos, pero mejor, no solo genera mejores resultados, sino experiencias más profundas.
Una sola vida,
Esteban
Fundador de EstoicoVivir
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